Recuperando el tiempo perdido
Actualizado: 5 abr 2022
En esta vida donde gobiernan los relojes, muchos tenemos la sensación que se nos evade el tiempo para el disfrute. Como el agua que se nos escabulle cuando nos lavamos las manos, el tiempo es asà de resistente a su captura. El tiempo es mucho mÔs valioso que el dinero porque es irrecuperable. Son pocos los afortunados que gobiernan sus relojes y sus vidas.
Los griegos diferenciaban entre chronos, el tiempo cronológico; el del reloj, y kairós, el tiempo de calidad. SĆ©neca meditarĆa tambiĆ©n sobre este concepto. āTodas las cosas nos son ajenas; sólo el tiempo es nuestroā. Nos cuesta creer al filósofo romano cuando pocos nos consideramos dueƱos de nuestro tiempo. Paradójicamente, disponemos de mucho mĆ”s tiempo que nuestros antepasados. Vivimos mĆ”s aƱos, la tecnologĆa nos ayuda y tenemos mĆ”s dĆas de vacaciones. Nunca antes habĆamos podido disfrutar de tanta dosis de vida; sin embargo, cada vez nos ahoga mĆ”s la sensación de falta de tiempo.

Efectivamente, tenemos un siete por ciento mƔs de tiempo que antes, pero queremos realizar un veinte por ciento mƔs de tareas. Antes era suficiente con satisfacer las necesidades mƔs bƔsicas, mientras que hoy no somos capaces de seleccionar tantas opciones como tenemos. Nuestros deseos crecen con mayor rapidez que el tiempo que tenemos para satisfacerlos.
Trabajo, atasco, niƱos, tareas del hogar, ocio, sentimos que nuestras vidas estƔn teledirigidas y pasamos la vida corriendo en un intento de ganar tiempo al tiempo. Obviamente, no lo conseguimos.
Hace unos aƱos, el periodista canadiense Carl Honore comenzó a escribir su best-seller āElogio de la lentitudā cuando se sintió atraĆdo de un cuento de un solo minuto. Pensó que era una muy buena idea para contentar a un niƱo. Cuando recapacitó, pensó que estamos viviendo un tiempo muy acelerado. Su libro se basa en el movimiento slow, que invita a un culto a la lentitud. Sus orĆgenes estĆ”n en el āslow foodā, que nace en Italia frente la āfast foodā o el auge de las comidas rĆ”pidas y promueve volver a saborear la comida y los aromas.
SegĆŗn HonorĆ©, no se trata de hacerlo todo a paso de tortuga. Eso serĆa tan tedioso como la misma ansiedad que tendremos si intentamos hacerlo todo a paso de liebre. Se trata de reaprender el arte de cambiar de marchas, de hacer cada cosa a su tiempo justo. La filosofĆa Slow busca crear un mundo mejor donde se potencia el cuidado de la ecologĆa y el culto al placer. En vez de pasar por la vida corriendo, los que cultivan este movimiento buscan la calma para poder disfrutar mĆ”s. Si nos sentimos bien de salud, tranquilos, felices y pausados, podemos elegir la velocidad apropiada para cada momento. La filosofĆa Slow consiste en un principio muy sencillo: que hay que darle a cada cosa, el tiempo y la concentración que necesita y merece. AdemĆ”s de tomarnos el tiempo para cocinar con ingredientes frescos, reciclar la basura tambiĆ©n entra dentro de las prĆ”cticas del movimiento slow. Claro que cuesta ser ecológico, principalmente porque reciclar lleva su tiempo. Antes de pensar en el planeta, somos egoĆstas y pensamos mĆ”s en nuestra comodidad.
Las ventajas de vivir lentamente se ven tambiĆ©n en el trabajo. El lĆder o el empleado sano, tranquilo, feliz y pausado, que sabe elegir la velocidad apropiada para cada momento, es mĆ”s productivo, principalmente en el largo plazo. Se trata de hacer las cosas bien, en vez de siempre hacerlas rĆ”pido. Se trata de favorecer la calidad antes de la cantidad.
Muchas veces cuando estamos acelerados, ansiosos y con malestar culpamos a los demÔs o a esta sociedad que nos tocó vivir pero cuando estamos estresados hasta cuando nos vamos de vacaciones, ahà hay algo mÔs de fondo. Justamente, el movimiento slow propone reinventar el capitalismo. Cuando practicamos vivir lentamente, las personas pueden trabajar, crear empresas, disfrutar del consumo pero con equilibrio.
Para conocer el verdadero valor del tiempo, debemos disfrutarlo y no sentirlo como algo que se nos evade. Si empleamos mal el tiempo, es natural que nos quejemos de su brevedad. Aunque siempre hay momentos donde practicar la lentitud, justamente cuando dialogamos con alguien que nos enriquece o cuando decidimos no responder una llamada por telƩfono porque queremos disfrutar el silencio.
La enfermedad de la prisa es peligrosa para la calma del espĆritu. Es preciso detenerse, serenar las emociones y los pensamientos para que lo mejor de nosotros se manifieste. Posiblemente cuando nos atrevemos a vivir sin prisas, cambiamos tiempo hacia fuera por tiempo para nosotros, para conectar con nuestras emociones. Porque todos sabemos que nadie puede ver su reflejo en un rĆo agitado, sólo es posible verlo en aguas tranquilas.
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